New York Ultimate: octubre 2016

miércoles, 26 de octubre de 2016

Nueva York marca el camino en el pisos turísticos: prohibido alquilarlos menos de 30 días




La controversia sobre el alquiler vacacional, así como la necesidad -o no- de regularlo e incorporarlo a la actividad turística tanto en Baleares como en el resto del país, traspasa fronteras. Los gigantes mundiales de la comercialización de este tipo de inmuebles llevan años operando a lo largo y ancho del globo mientras se espera una normativa que no termina de llegar, ni en clave local o regional, ni mucho menos nacional, que dejó la patata caliente en manos de las comunidades autónomas hace unos años. Mucho menos desde las instituciones comunitarias, que hasta el momento se han pronunciado tibiamente sobre un asunto cada vez más global.
Ahora bien, la situación podría dar un giro de 180 grados en los próximos meses, ya que una de las ciudades del mundo con mejores cifras de turistas acaba de sentar un valioso precedente. Se trata de Nueva York, que ha aprobado una ley que restringe el anuncio de alquileres de apartamentos por periodos inferiores a un mes, lo que golpea directamente a plataformas como Airbnb, el líder mundial en esta actividad.
De esta forma, este estado norteamericano toma la delantera y muestra el camino a muchas ciudades y regiones turísticas que todavía no han dado con la tecla en este asunto. Airbnb, que en los últimos años ha multiplicado por seis su actividad en Mallorca, lleva años de conflictos con Nueva York, ya que la legislación local no permite alquileres inferiores a 30 días de estancia por una norma aprobada en 2010 para luchar contra los hoteles ilegales que proliferaban en la Gran Manzana.

Multas de 7.000 euros

La nueva ley pretende que se cumpla la normativa vigente y prohíbe anunciar esos apartamentos de alquiler por menos de 30 días a través de plataformas como Airbnb, imponiendo multas de hasta 7.500 dólares (poco menos de 7.000 euros).Eso sí, podrán seguir anunciándose, entre otras cosas, el alquiler de habitaciones cuando el dueño permanece también en la vivienda, algo que sí está permitido por periodos inferiores a un mes.
El negocio de Airbnb está valorado en 30.000 millones de dólares en todo el mundo y su principal mercado en EE.UU. es Nueva York, donde según denuncian las ONG y asociaciones de vivienda asequible ha provocado el encarecimiento de los precios, ya de por sí altos. En abril de 2014, la Fiscalía de Nueva York solicitó por primera vez información sobre las actividades de Airbnb tras detectar que casi dos tercios de las ofertas de apartamentos o habitaciones en el estado de Nueva York que aparecen en la popular página web, el 64%, podrían ser «ilegales».
«Este es un asunto sobre el que se ha reflexionado de forma cuidadosa, pero en última instancia estas actividades están expresamente prohibidas por la ley», dijo este fin de semana el portavoz de Cuomo Richard Azzopardi tras la firma de la ley.
La oficina del gobernador, como varias ONG y asociaciones de vecinos, señaló que la proliferación de Airbnb no ayuda a mantener y promover los esfuerzos por la vivienda asequible en Nueva York, algo que está sucediendo también en Baleares, sobre todo en Ibiza. Su argumento es que se quitan del mercado del alquiler muchas viviendas que son más rentables si las usan turistas por altos precios que no como alojamiento permanente por los neoyorquinos.
Tras la noticia, Airbnb anunció que recurrirá a la Justicia por la nueva ley, informó el diario The Daily News, que señaló que ya en septiembre la compañía advirtió por carta a Cuomo de que usaría la vía legal si firmaba la norma.
Según dijo el portavoz de Airbnb Peter Schottenfels al diario, «como suele ocurrir, se ha contentado de tapadillo los intereses especiales de la industria hotelera e ignorado las voces de decenas de miles de neoyorquinos».

La cultura española se apoderan de Nueva York

Eat Spain Up reúne a distintas empresas líderes en la industria de los alimentos y el vino. Pero también incluye proyecciones audiovisuales y muestras fotográficas

Foto diariodegastronomia.com/

La cultura gastronómica española se convierte esta semana en la protagonista de los paladares de Nueva York gracias al festival Eat Spain Up, que incluye desde degustaciones hasta exposiciones artísticas.
El evento de este año se desarrolla en el Instituto de Educación Culinaria de la Universidad de Nueva York y su objetivo es fomentar el conocimiento de la cultura gastronómica española a nivel mundial.
“En esta edición, el festival busca aproximar a España y toda su cultura, incluida la gastronómica, al público y mercado estadounidense”, dijo en su discurso de bienvenida la directora del encuentro, Gloria Rodríguez.
Eat Spain Up reúne a distintas empresas líderes en la industria de los alimentos y el vino. Sus estands despliegan degustaciones que incluyen varias clases de jamón serrano, quesos curados y hasta cerveza artesanal.
Para algunos participantes del festival, esta es una oportunidad no solo de promover la cultura gastronómica del país sino también de crear lazos comerciales.
“Esperamos conseguir que los productos españoles se conozcan y se comercialicen aquí en Nueva York, pero asimismo buscamos recrear la magia de España a través de nuestros sabores”, explicó la gerente general de La Antigua, Sara Fregeneda.
Su empresa se dedica a la fabricación del queso de oveja y Fregeneda y su equipo trajeron a Nueva York variedades que incluyen ingredientes como el pimentón de La Vera, el romero y el azafrán.
La edición de Eat Spain Up de este año destaca tres regiones de forma especial: Extremadura, Burgos y la Comunidad de Madrid.
Y quienes vinieron a Nueva York a representarlas buscan afianzar, entre otras cosas, el creciente enoturismo del país.
“El mercado americano tiene una necesidad imperiosa de conocer España, y la cultura también va vinculada a la gastronomía entonces a través de nuestro estómago y paladar también se puede conocer” dijo la gerente de Ambia Tours, Valeria Valdebenito.
Pero la experiencia no solo pasará por el sentido del gusto sino también por lo visual y auditivo, pues en esta ocasión Eat Spain Up incluye proyecciones audiovisuales y muestras fotográficas.
Además de clases magistrales con chefs reconocidos como Firo Vásquez, quien dictará la cátedra de El Quijote Comestible.
Asimismo, el festival incluye clases magistrales con reconocidos chefs españoles como Toño Pérez, Ricardo Tremiño y David Izquierdo.
Previo a su llegada a Nueva York, en años anteriores Eat Spain Up visitó otras ciudades como Oslo y Estocolmo.  

domingo, 16 de octubre de 2016

Manhattan en tres dimensiones

Es la ciudad del "The New York Times" y de Wall Street, de la realidad; y al mismo tiempo, la de "Batman" y "Superman", de la fantasía. Y sigue siendo la capital del mundo, Nueva York. Javier Reverte nos invita a recorrer, en tres dimensiones, su corazón, la gran isla de Manhattan.



Para comprender Manhattan -que es lo mismo que decir el corazón de Nueva York- lo primero que debe de hacerse, en mi opinión, es mirarlo desde arriba: después, pie a tierra a distancia; y a la postre, como todas las ciudades del mundo, caminándola, esto es: al ras del suelo, entre las vaharadas de vapor que exhalan sus alcantarillas, en las calles brumosas del invierno en el Village, o en esa Times Square por la que camina el fantasma de James Dean bajo la lluvia, la cabeza escondida entre las solapas de un abrigo raído y un cigarrillo en los labios.


¿Por qué cualquier cosa, incluso el vaho de los desagües, se convierte en leyenda en Nueva York? Porque es la ciudad de The New York Times y de Wall Street, esto es: de la realidad; y al mismo tiempo, la de Batman y Superman, es decir: la fantasía. Todos conocemos la urbe antes de pisarla y cuando, por vez primera, recorremos una de sus largas avenidas, abarrotadas de peatones en las aceras y de taxis amarillos y limusinas en el asfalto, no nos resulta extraña e incluso podemos sentir que estamos en casa, del mismo modo que consideraríamos normal cruzarnos, mientras caminamos, con Dustin Hoffman, Al Pacino o Woody Allen. A la megalópolis de nuestros días bien podríamos aplicarle aquello de "ciudad irreal", que diría el poeta anglo-americano T.S. Eliot. No cabe duda de que el cine es el culpable del cincelado del alma de Nueva York.
Para mirarlo desde arriba, hay varias formas. La primera, llegar en avión al aeropuerto John F. Kennedy, pues los aparatos que allí aterrizan suelen sobrevolar Manhattan antes de tomar tierra y la visión de un Nueva York que se alza al espacio con su multitud de rascacielos -¡qué bella y exacta palabra es rascacielo!- es una arrogancia del espíritu humano, la pretensión altiva de una urbe que trata de hacer posible lo imposible, esto es: colonizar el aire.
Otra forma de verla desde arriba es subir a los últimos pisos de algunos de sus grandes edificios. El más popular de ellos es, desde luego, el Empire State, pero las colas de visitantes son tan largas y nutridas que hay que echarle más de dos horas antes de lograr sitio en el ascensor. Menos conocida y aunque de menor tamaño resulta la torre del Rockefeller Center, en donde los visitantes son numerosos, pero casi nunca hay colas, y cuyos elevadores suben como un tiro de misil o una nave espacial los setenta pisos que llevan a la terraza superior del edificio principal. Desde la altura se pueden divisar los ríos Hudson y East, alguno de los puentes que unen Manhattan con Brooklyn, la sombralejana de la Estatua de la Libertad y, sobre todo, las cimas de sus más conocidos rascacielos, entre ellos mi favorito, el Chrysler Building, y, claro, el propio Empire State. La terraza del Rockefeller tiene otra ventaja: en su lado norte, unas pocas calles más arriba, se abre el inmenso Central Park, el pulmón de la isla, un magnífico parque de rincones casi salvajes que nos recuerda cómo pudo ser Manhattan antes de que el hombre blanco la colonizara, exterminando a los osos, los lobos y los indios.
Un paseo por el aire
Pero hay una visión desde la altura que poca gente conoce, que quizás sea la más sugestiva y que, desde luego, resulta la más barata. Me refiero al funicular que une la gran isla de Manhattan con la pequeña isla de Roosevelt, en la 1ª Avenida con la calle 60. Esta telecabina forma parte de la red del suburbano neoyorquino que, en este caso, en lugar de utilizar un túnel subterráneo va por los aires. Y así, por el precio de un billete de metro, uno viaja sobre los rascacielos del Este de la ciudad y sobre el East River, en un viaje de apenas diez minutos de ida y, si quieres, diez de vuelta, que te hace sentir que puedes volar como Superman. La mejor hora para este viaje es al principio de la noche, cuando las ventanas de los hogares están encendidas y los coches que cruzan el cercanopuente de Queensboro rugen como demonios mientras envían sus luminarias a los cielos.
La siguiente manera de ver la ciudad y comprenderla es situarse pie a tierra, a una cierta distancia y, a ser posible, fuera de Manhattan. No son muchos los visitantes que conocen la existencia de un ferry gratuito que une el sur de la isla, en Battersea Park -junto a la parada del autobús 15-, con otra isla mucho más pequeña, la de Staten, ya en pleno Océano Atlántico. Es esta una localidad en donde abundan las oficinas y los centros de negocios, que carece por completo de interés -entre otras cosas, es un feudo electoral de Donald Trump-, pero los transbordadores van y vienen entre las dos islas sin cesar y permiten disfrutar, en una navegación de unos veinte minutos en cada viaje, de algunas de las más soberbias vistas de la llamada Gran Manzana. Conviene situarse, en la ida, en la popa de la nave, y al regreso, en proa. Conforme el barco se aleja rumbo a Staten, los edificios van creciendo hacia un cielo ancho y libre, entre dos ríos musculosos -el Hudson y el East-, y así va dibujándose con lentitud el inconfundible perfil de lo que los neoyorquinos llaman Skyline, la línea del cielo. No creo que exista un paisaje más fotografiado en el mundo.
Los ferrys, además, cruzan junto a la isla de Ellis, la que fuera, durante algo más de medio siglo, la famosa aduana que controlaba la entrada de inmigrantes en los barcos que llegaban a la próspera América desde la empobrecida Europa. Y un poco más lejos de la isla de Ellis, los transbordadores de Staten Island navegan en paralelo a la Estatua de la Libertad, que hinca su antorcha en el cielo americano como el símbolo de una democracia inextinguible.
En todo caso, para contemplar el perfil de Manhattan sin necesidad de emplear un par de horas en ir y venir entre Battersea y Staten cabe una estupenda opción: sentarse en un bar-restaurante de la orilla de Brooklyn del East River, en el River Café, a comer a mediodía o tomar un trago en su terraza al atardecer. Desde la cristalera, casi encima del muelle, se dibuja el bello perfil de Wall Street y se alcanzan a ver las siluetas del Empire State y el Chrysler Building. Y el colosal Brooklyn Bridge parece navegar sobre nuestras cabezas. En los ocasos de otoño, si no hay nubes, un sol rojo fuego se va ocultando lentamente a la espalda de la Estatua de la Libertad, mientras que las luces de las oficinas se encienden en millares de ojos para dar testimonio de que Nueva York nunca duerme.
Para llegar al River Café puede usarse el metro, en un viaje hasta la parada de High Street(en la Línea C). Pero es más agradable cruzar caminando desde Manhattan sobre el puente de Brooklyn o tomar un pequeño ferry en el Muelle 11 de Wall Street, que en menos de cuatro minutos cruza el East River y te planta en la puerta del bar-restaurante. Por cierto: el ceviche de vieira es estupendo. Y es un buen lugar para enamorar a tu chica o a tu chico.
Los paisajes y lugares más reconocibles
Y en fin, nos queda caminar. Y aquí, Manhattan no termina nunca, ni siquiera dedicándole un libro entero. Todo buen viajero debe repetir los ceremoniales más tópicos que ofrece cualquier gran ciudad -como subir a la Torre Eiffel en París o presenciar un relevo de guardia en el londinense Buckingham Palace-, y en Manhattan son muchos los inevitables tópicos-típicos. Enumero algunos: Washington Square, los teatros de Broadway, el Central Park, Times Square, El Moma, la Grand Central Station y su restaurante con treinta clases de ostras... Son paisajes que resultan casi como viejos conocidos a fuerza de haber servido como escenarios de multitud de películas.
Pero todo buen viajero debe de buscar algunas cosas más en las entrañas de cualquier gran ciudad. Y Manhattan, como París y Londres, también las ofrece. Para quien sea amigo de andar, por ejemplo, hay un camino siguiendo el rumbo de los parques que deja ver muchas de las diferentes caras de la ciudad. Empezaría en el pequeño Battersea Park, en donde se fundó Manhattan, en la punta sur de la isla, como una suerte de fortaleza defensiva de los europeos contra las tribus nativas. Desde allí, la caminata no es muy larga hasta Washington Square, el elegante corazón del Village y, por tanto, de la vida intelectual neoyorquina, y el lugar en que comienza la reputada Quinta Avenida. Henry James, que vivió en la plaza, escribió una novela del mismo nombre y en sus cercanías tuvieron casa, durante un tiempo, Mark Twain y Herman Melville. Por los tugurios delbarrio deambuló con su guitarra un joven Bob Dylan y se emborrachó hasta morir un poeta no menos joven, el galés Dylan Thomas. En el Village encontró Barack Obama un buen vivero de votantes para sus dos mandatos y, allí, un cartel electoral con la efigie de Donald Trump no duraría ni diez minutos.
El siguiente parque sería el de Union Square, situado en la calle 14 con Broadway. Los vagabundos alternan aquí con los jugadores de ajedrez y la gente que gusta practicar en grupo gimnasia rítmica. Y dos veces por semana hay venta callejera de frutas y verduras ecológicas. Huele siempre a porro. Algo más arriba, en la calle 26 con la 6ª Avenida, estáMadison Square, un recoleto parque, con bellos rascacielos de cúpulas doradas, en donde se refugian seres solitarios y, al anochecer, coros de gente joven que cantan estupendos ritmos de soul.
Harlem, góspel y jazz
En la calle 41, y siempre dando esquina a la 6ª Avenida, el Bryant''s Park es un buen sitio para almorzar en un banco una hamburguesa o un hot dog, después de una mañana de ajetreo en la oficina o de hartazón si estás de visita en la ciudad y vienes de hacer compras en los cercanos almacenes Macy''s. Y ese esplendoroso viaje en pos del verdor neoyorquino, rodeado siempre por el cemento y el acero, concluye en el Central Park, donde el bosque guarda con celo el corazón salvaje de Nueva York. Sin el Central Park, la ciudad no tendría sentido y tal vez hubiera muerto asfixiada. En todo caso, es un parque que merece un artículo para sí solo. Pero Nueva York es interminable y no cabe en el espacio de un breve texto cuanto ofrece. En todo caso, sin pasar un día en Harlem no se comprendería esta ciudad mestiza, de piel blanca, corazón negro y sangre de muchas patrias. Harlem merece visitarse en domingo por la mañana, paseando sin prisas por las anchas avenidas que bajan hasta el lado norte del Central Park o las espaciosas calles que corren en paralelo. Y admirando el espectáculo de la gente endomingada: anchos trajes años 30 de los hombres, vaporosos vestidos malvas y rosas de las mujeres, centenares de sombreros para ellos y para ellas... y el góspel de mediodía con sus infinitos alleluyahs. Y a la noche, el jazz en el Smoke o en el Lenox Lounge.
El Manhattan del abrigo invernal de James Dean no existiría sin el lamento de fondo de una trompeta de jazz. No hay otra música para sentir Nueva York.
(*) El próximo mes de octubre, Javier Reverte publica su libro New York, New York (Plaza Janés-Random House Mondadori).

Otoño en Nueva York




La climatología de Nueva York hace que muchos elijan el otoño para visitarla. La ciudad lo sabe y no duda en organizar rutas al aire libre, por parques y eventos en el exterior para disfrutar de la ciudad plenamente antes de que llegue el frío.
Uno de los lugares míticos de Nueva York, Central Park se engalana en otoño con sus hojas doradas. Central Park Conservancy ofrece tours guiados para conocer este enorme parque urbano a la vez Central Park Boathouseofrece recorrer el lago en góndola o bote de remos. Tradicional son también las regatas de barcos de modelaje a vela  organizadas por Sail the Parky que tienen 140 años de historia.
Por su parte, el ya famoso High Line Park también se puede recorrer a través de tours guiados ofrecidos por Friends of the High Line. Mientras que el Bryant Park ofrece tours gratuitos perfecto para los amante de la ornitología ya que a través de ellos se podrán aprender sobre las aves autóctonas de Nueva York. .

Fuera de Manhattan, el Bronx, a través de Bronx River Alliance, ofrece excursiones a remo, además de en bicicleta y rutas a pie a lo largo de los 7 kilómetros del Bronx River. Además, el  mientras que Van Cortlandt Nature Center ofrece conocer las aves que aquí habitan a través de tours todos los sábados de octubre y noviembre. Y es hasta noviembre cuando Bartow-Pell Mansion Museum en Pelham Bay Park cuenta con una exhibición de esculturas en la zona ajardinada de la mansión.
Otro de los barrio de Nueva York, Brooklyn se ha preparado para el otoño a través de varias rutas ciclistas como las que ofrece Get Up and Ride o simplemente alquilando una CitiBike y recorriendo los Prospect Park, el parque más famoso del barrio que además acoge hasta el 23 de octubre el mercadillo Smorgasburg en el que probar la gastronomía de más de 100 fabricantes de la zona.
En Queens, la bicicleta cobra protagonismo en otoño gracias al World’s Fair Bike Tourque organiza Bike New York el 30 de octubre, un tour en bicicleta a través del que se podrá conocer las estructuras construidas para la Exposición Mundial de 1964. Además, el Flushing Meadows Corona Park también se puede recorrer en bici. Ya a pie, el Queens County Farm Museum, cuenta los fines de semana de octubre con un laberinto de una hectárea lleno de pistas y puzles para resolver.
Por último, Staten Island se considera el barrio más verde de la ciudad y fiel a este sobrenombre el Greenbelt es un parque tres veces más grande que Central Park en el que disfrutar de la vegetación y el cambio de estación.
Si no te quieres perder todo esto, Auténtico Nueva York te ayudan a organizar tu viaje a Nueva York: desde la compra de billetes, traslados o alojamiento, hasta los mejores tours por la ciudad o excursiones a otras ciudades de Estados Unidos. 

jueves, 6 de octubre de 2016

SALIR A LA NOCHE EN NY


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“NY NIGHT LIFE”
Fancy o no fancyEsa es la cuestión clave antes de una salida en nyc. La respuesta determina el outfit (los zapatos sobre todo!) y por supuesto el estilo del plan en general. Una vez resuelto eso, viene el resto de variantes: Brooklyn o Manhattan? Club, lounge o fiesta? O por qué no, todas.
Es que la amplitud desmesurada que NY tiene en todos sus aspectos se aplica sin dudas también a la noche, así que asegurense de estar in the mood, lean esta nota y seleccionen los lugares indicados para ustedes. Desde una fiesta arty en Bushwick hasta la rooftop máfancyde Metpacking District, buena música y exquisitos tragos pueden garantizarse.
Los nightclubs son ideales para bailar non-stop mientras que los lounges son intermedios perfectos entre una discoteca y un bar tranquilo: siempre tienen un Dj en vivo pero sin pista dedicada exclusivamente al baile. Pasar por un lounge antes del club es una buena idea; suelen estar minuciosamente aclimatados con toques que sin dudas nos van a sorprender (como Goldbar en 389 Broome St íntegramente dorado)
Antes de pasarles mis spots favoritos, les advierto que en la ciudad que supuestamente no duermese sale muuuy temprano. Si; los llamados pre-games comienzan cerca de las 10 para llegar al boliche apenas pasada la medianoche, ya que a las 4:00 cierran. A cambiar los hábitos aunque cueste! No se van a arrepentir…
De todas formas no se alarmen, a la salida del club llueven ofertas de afters y fiestas privadas que nos permiten seguir de fiesta hasta mucho más tarde (y desayunar un bagel a la madrugada antes de acostarse si se quiere)
Uno de mis lugares favoritos para salir es The standard Hotel.
Sobre 848 Washington St está The Standard Plaza. Este híbrido entre square, bar y resto tiene una atmósfera perfecta para comer y tomar deliciosos cocktails antes de subir a The top of The Standard, donde encontrarán de las mejores fiestas y vistas de Manhattan. La rooftop tiene dos opciones:
Le Bain y Boom Boom Room. Le Bain es súper cool y descontracturado, una mezcla entre lo más top y underground de nyc. Boom Boom amerita un look mas fancy (y yo diría que unos buenos high heels no están de más). Es posible encontrarse con Alesandra Amborssio o Carlie Kloss. La admisión es bastante estricta: Boom boom casi siempre requiere estar en una lista y Le Bain puede ser caprichoso: no es necesario usar fancy shoes, de hecho pueden rebotar gente for trying too hard, según palabras textuales del bouncer asiático quien decide quien pasa y quien se queda afuera. Segui tus instintos, tenete confianza y prepate para música de excelentes djs -y si se quiere jacuzzi- en el interior y vistas más que alucinantes en la rooftop. Algo excepcional de The Standard High line? Sin duda los baños, no podes irte sin haber pasado por ahí.
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Otro hotel que se las trae es el Dream Hotel, también en Metpacking (355 W 16th St). En el subsuelo se encuentra el atractivo Electric Room, que aunque su nombre y entrada grafittiadadespisten, está ambientado al mejor estilo rock & roll: tapizados de cuero, pieles y alfombras. Es un lounge acertadísimo (elegido por Madonna y Miley Cyrus) para tomar un whisky o tragos antes de subir a Phd rooftop, en el mismo hotel. Una vez más la vista es alucinante. Las opiniones están repartidas entre quienes eligen la vista de Phd y quienes prefieren la de The Standard. Ustedes dirán…
Otra opción de lounge es No 8, al lado de Electric Room. El estilo de la gente y la onda es similar: sofisticado pero relajado, con grunge y con fashion. Sus habitués pertenecen al mundo de la moda y el arte. En la misma cuadra, esta Tao -el famoso restaurant de Sex & the City- que más tarde tiene un sector que funciona como un club mega exclusivo y con excelente música.
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Para terminar con los hoteles, menciono a Attic, la terraza del Hilton Garden en 251 W 48th St (Muy recomendable para ir a tomar algo temprano en un ambiente más ejecutivo y edades variadas)Gansevoort Hotel en sus dos locaciones: Park Avenue (420 Park Ave S) y Metpacking (18 9th Ave). En cualquiera de las dos vale la pena tomarse un Negroni. La primera se acerca mas a un lounge y la de Metpacking, con una no tan inmensa rooftop, se presta más para bailar. El ambiente es elegante y profesional.
Un imperdible es The Box en (locación del corto de Chanel dirigido por Baz Luhrmann y uno de los favoritos de Lindsay Lohan) Si bien se rumorea que hay que pedir reserva con año de anticipación, la realidad es que si hacemos los contactos adecuados y/o tenemos buena suerte, viviremos la experiencia de un show sumamente bizarro que gracias a la exquisita magia del lugar, resultan más chocantes que obscenos. Los espectáculos se despliegan a las 2 am. Anda preparada porque nunca se sabe lo que puede pasar. Queda en 189 Chrystie St.
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Otro de mis sitios preferidos es Up & Down. Si bien está abierto como cualquier club, suele haber fiestas magníficas que varían ente miércoles, jueves o viernes. Un lugar con un ambiente muy interesante y espectacularmente decorado, donde se mezcla high fashion  con buzos de Adidas.
Le Baron es un espacio distinto que puede resultar bárbaro. Si bien al principio es demasiado oscuro y no está tanto en los detalles como otros, algo tiene para ser uno de los clubs máin en este momento. Lo forman tres mini pisos cautivantes que rozan lo kitsch,y la música es espléndida. No es necesario arreglarse mucho, si obligación estar cool.
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Otros venues ideales para bailar mucho son Riff Raffs en 360 Park Ave S y Finale en 199 Bowery. Riff Raffs ofrece, entre cristales y palmeras, un ambiente joven y sumamente divertido. Al igual que Finaleaunque este último con un toque máhip-hopero a lo Rihanna en su estilo y en laconcurrencia.
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Para los amantes de la electronica Output en Williamsburg es un must.
Tocan los mejores, generalmente miércoles a sábado. Queda en 74 Wythe Ave, muy cerquita delrenombrado Wythe Hotel, que si bien cierra temprano, es inmejorable para deleitarse con tragos, música y un estupendo atardecer.
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Por último, a quienes busquen un plan más tranquilo -o no- les recomiendo Acme. Las madrugadoras pueden comer ahí y luego quedarse un rato, aunque probablemente les tiente la idea de quedarse hasta más tarde.
La lista, y de acuerdo a quien la configure, podría seguir hasta el infinito. Los más farandulerosrecomendarían 1oak, el ostentoso club de Jay-Z o el cosmopolita Provocateur, en 18  9th Ave. Otros agregarían bares, como los cautivantes ocultos por ejemplo, pero eso merece un capítulo aparte y podes ver algunos  acá.
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Acme
Dress-code, derecho de admisión y tickets.
Aunque algunos con tal de asegurarse la entrada reservan mesas que les cuestan miles de dólares, para entrar a un Club o Lounge en NYC no hay que pagar entrada (salvo Output que su esencia es la presentación de Djs y generalmente ofrece listas free para quienes van temprano) Se trata de saber captar la onda del lugar, vestirse acorde al venue pero con lo que vos quieras y portar actitud (y documento -importantísimo!!- así tengas 50)
Conocer promoters siempre ayuda para ingresar sin filas y además suelen ser muy simpáticos y atentos a que no necesitemos nada y pasemos una noche formidable.
Si carecen de confianza o buscan un pantallazo general de varios lugares en poco tiempo, hay toursnocturnos que ofrecen salidas por distintos puntos. (lee acá para tomar un tour con descuento para lectoras!)
En cuanto al dress-code, me remito a la frase con la que empecé la nota: Fancy o no fancy. El resto es libre albedrío. Si bien hay lugares más elegantes que otros, diría que la única regla para vestirse bien en NYC es hacer que sea vea bien.
En conclusión, lookearse acorde al lugar sí, pero producirse buscando encajar es algo que no va a funcionar. Se trata de un estilo cool y original y una actitud fascinante. Ese es el tipo de chica que todos quieren en su club.
Difrutá de tu estilo!! y a bailar toda la noche!
ENJOY!
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Un hombre-basura se pasea por Nueva York para alertar sobre el consumo

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Un hombre cargado de bolsas plásticas con su basura se pasea por Nueva York desde hace dos semanas: es Rob Greenfield, que espera atraer así la atención sobre la enorme cantidad de basura generada por los estadounidenses.
Este defensor del medio ambiente, que en tiempos normales casi no produce basura, decidió consumir durante un mes como un estadounidense promedio y generar así unos dos kilogramos (kg) de basura diarios.
Por la primera vez en cinco años come pizzas, hamburguesas, papas fritas, latas de refresco. Y los embalajes, los envases, los frascos de helado vacíos se acumulan en decenas de bolsas de nylon que lleva colgados de su cuerpo.
El proyecto del hombre basura culminará el próximo 19 de octubre.
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El proyecto del hombre basura culminará el próximo 19 de octubre.(AFP)
"Me zambullí totalmente en la manera estadounidense de producir desechos", dice con una sonrisa este hombre que quiere cargar su armadura de basura por la ciudad unas siete horas cada día.
A pesar de todos sus esfuerzos, no consume aún lo suficiente. Solo acumuló en 15 días unos 22 kg de basura, cuando su objetivo eran unos 30 a medio camino hacia su meta.
Su proyecto debe culminar el 19 de octubre con una carga estimada en 45 kg de desechos al cabo de un mes, y convertirse en un documental.
El hombre badura, Rob Greenfield, capta las miradas en Nueva York, donde los transeúntes lo detienen para tomarse fotos y él aprovecha para dar su mensaje ambiental.
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El hombre badura, Rob Greenfield, capta las miradas en Nueva York, donde los transeúntes lo detienen para tomarse fotos y él aprovecha para dar su mensaje ambiental. (AFP)
Al inicio, Greenfield pensaba transportar toda su basura, incluida la orgánica. Pero renunció tras percibir el hedor que despedían sus desechos pese a las tres capas de plástico.
Por donde pasa, las reacciones son inmediatas. Ante el célebre edificio Flat Iron, los transeúntes lo ametrallan con sus teléfonos móviles.
La mayoría de los que acude hacia él ya lo conoce. Está muy presente en internet, ya tuvo su propio programa en el canal Discovery y esta no es su primera operación mediática.
Entre sus anteriores aventuras figuran operaciones de recuperación de basura en las papeleras y más de un año viviendo en una casita sin agua corriente ni electricidad.
"¿Es usted el hombre papelera?", le pregunta un peatón. "Las personas me llaman más bien el hombre basura", responde él con una jovialidad que parece no abandonarle jamás.
Desde hace más de tres años, cuando Greenfield se lanzó a la militancia ambiental, dice que ha visto evolucionar las mentalidades, aunque más sobre la naturaleza de lo que se consume que sobre la cantidad.
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Muchas personas "quieren reciclar, comprar productos más verdes, pero pocos de ellos quieren reducir" su consumo, dice.